Entre huracanes y temblores


Así estamos, entre huracanes y temblores, como si el planeta quisiera sacudirse aquello que lo atormenta, como si una plaga estuviera sobre su piel y al no tener manos para rascar su espalda decidiera usar medios diferentes para acabar con lo que lo aqueja.

¿Y nosotros?. Estamos tan preocupados en nimiedades cotidianas que creemos son más importantes, que en el lugar donde vivimos, pues este mundo no es una casa, un atril o una mansión con vista a la playa, es todo un planeta y lo compartimos con millones de seres vivos, algunos necesarios para la naturaleza, otros solo plagas que se dedican a aprovechar los recursos para llenar su cuenta bancaria y su ego como si el dinero obtenido se pudiera comer o llevar a la tumba. Que superficiales y banales podemos llegar a ser.

Pero aquí seguimos, sobreviviendo contra las llamadas “catástrofes de la naturaleza” como si nosotros no tuviéramos nuestra cuota de responsabilidad, como si no fuéramos solo unos invitados a estar sobre este bello mundo, viviendo de manera efímera y parcial en millones de años de historia tratando de dejar una marca, marca que luego de nuestra extinción (que apunta a estar más cerca que lejos) se borrara y no habrá quien la recuerde, para  bien o para mal así será, aunque en nuestros oídos esto se  oiga brutal y trágico, fuerte y rudo, pesimista y triste, es la realidad, y nos guste o no deberíamos por nuestro propio bien y el de las futuras generaciones (para que estas puedan existir), dejar a un lado nuestro egoísmo y tratar de ayudar al planeta que por si no lo han notado, es el único que hay y no nos podremos ir ninguna otra parte.

Y aunque así fuera, si tuviéramos la oportunidad de mudarnos de planeta, sería lo mismo, acabaríamos el nuevo, peleando por recursos que no nos pertenecen, destruyendo con construcciones a las que llamamos “progreso”, creyendo que dejando a pocos haciendo algo por notros salvaremos lo que hay, porque así somos, primero nosotros, luego los nuestros y tal vez, solo tal vez si queda una pizca de tiempo mísero se la dedicamos a salvar nuestra casa, nuestra tierra, nuestro planeta.

¿Quién sabe?, tal vez algún día reflexionemos y sepamos lo que en verdad nos conviene, por ahora solo nos quejaremos y oraremos para que estos mal llamados “desastres naturales” no nos dañen (aunque puede no servir de nada), pues es lo único que creemos podemos hacer, quizás así sea, o quizás en vez de dedicar una mísera parte de nuestras vidas a salvar el planeta, podríamos intentarlo siempre hasta que sea algo tan cotidiano y común que no nos moleste, porque este hermoso lugar que consideramos nuestro hogar, este planeta tierra nos necesita, lo grita constantemente, solo debemos escucharlo detenidamente.

Comentarios

ElRubencho ha dicho que…
la tierra provee los recursos necesarios para vivir, el hombre con su avaricia es el único animal que la destruye
Unknown ha dicho que…
Esto es muy interesante. Ciertamente dice cosas que un humano con la completa mentalidad y sensibilidad no capta. Espero seguir viendo el resto pronto, muy bueno.

Por cierto soy la hermana mayor de Ana Gabriela Quiñonez. Me gustan sus libros.