Holocausto de ideas


Las ideas es lo que nos diferencia de los animales, el hecho de poder crear cosas utilizando otras es lo que ha hecho a la humanidad lo que es, ese es su legado. Esculturas, pinturas, escritos, inventos, entre otros, han sido y serán lo que marca a nuestra raza, a lo mejor en un futuro podriamos enterarnos que no somos los únicos seres con capacidad de razonar en el universo y puede que quedemos en segundo, tercero o incluso en último lugar en nivel de inteligencia, o tal vez no, no lo sabemos, pero mientras tanto debemos celebrar las grandes obras que nos distinguen, rascacielos, poemas, canciones, y todo aquello que hemos creado, por pequeño que parezca.

Pero, ¿por qué?, ¿porque simplemente no nos quedamos varados en el confort que teníamos en un momento dado?, ¿porque seguir creando aun hoy día? Cuando pareciera que todo lo posible ha sido creado y que solo queda lo imposible, tal vez sea eso, la búsqueda de lo imposible, el epíteto “si sueñas en algo, puedes hacerlo realidad”, es la base que nos ha mantenido creando, produciendo ideas sin parar; pero no todas las ideas han sido buenas, dentro de nuestro propio egoísmo y ambición hemos creado cosas tan absurdas y estúpidas que son difíciles de creer su existencia, como las armas, los virus creados en laboratorios -ambos usados para la guerra, o el poder económico- o algo tan simple como una mentira, ya sea para cubrir una gran verdad o una pequeña vanidad.

Tal vez estemos condenados a destruirnos por no ser lo suficientemente inteligentes, aunque creamos que sí, para entender que lo efímero de nuestras vidas, y que el mundo este dividido en razas, economía, religiones, fronteras, entre otros solo porque nosotros así lo queremos, aunque debajo de la piel y nuestro intelecto, solo hay carne, sangre y huesos, en donde a simple vista no podríamos diferenciarnos los unos de los otros; sin embargo no está mal dejar un legado, ser recordados por algo más allá que por ser el hijo, el padre, el hermano, el amigo de alguien, tratar de marcar al mundo o al menos a un grupo de personas para que nuestra identidad pueda superar la barrera del tiempo, como los grandes escritos de Homero, Twain o Cervantes, las mezclas de sonidos hechas melodías de Mozart, Bach o Beethoven, los trazos convertidos en joyas visuales de Miguel Ángel, Da Vinci o Dalí, las ideas que cambiaron la manera de ver la situación del mundo de Aristóteles, Pitágoras, Bolívar o Napoleón, ¿quién sabe?, tal vez en uno o en cien años entendamos que este holocausto de ideas que salen de nuestras mentes como pequeñas gotas de agua que inundan al planeta, sirvan para que todos los seres humanos sin excepción, sin distinción, sin mala intención digan honestamente y sin temor “soy feliz”.

Oscar Jesús Martínez

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